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Desarrollan un proyecto educativo sobre mini impresoras 3D

Desarrollan un proyecto educativo sobre mini impresoras 3D

Juan Pacheco y su esposa Erica Díaz son especialistas en informática, preocupados por la problemática que implica el destino de la denominada “basura electrónica”. El es técnico en esta disciplina y ella profesora. Residen en Santo Tomé, donde llevan adelante un proyecto educativo sobre impresoras 3D, que incluye el aspecto ecológico y está destinado a docentes y alumnos de la ciudad, pero también de la región y de otras provincias. La iniciativa, tal como describió Pacheco a El Litoral, “consiste en dar una posible solución al problema de la basura electrónica, porque existe gente que tira los dispositivos cuando no les sirven y eso contamina el medioambiente”.

“Nosotros tratamos de concientizar, primero a los padres y después a los niños, en el sentido de que muchas cosas se pueden reutilizar”, aclaró Juan, a la vez que recordó que, en función de aquel desafío, con Erica han diseñado y están en pleno armado de una mini impresora 3D, la que está orientada al uso educativo, ya que fueron creada para ser donadas a las escuelas en particular y a las entidades educativas en general, siempre que estén interesadas en el uso de nuevas tecnologías en el aula.

El objetivo, en un principio, es lograr que las escuelas de las ciudades de Santo Tomé y de Santa Fe puedan contar con esta tecnología, así como con un taller de modelado de impresión 3D, robótica y programación, en donde las Tecnologías de la Información y la Comunicación (conocidas como TIC) se enseñen no sólo a los alumnos, sino también a los docentes. “Pudimos observar que en muchas escuelas existe la necesidad de contar con una impresora 3D, entonces se nos ocurrió una manera de aportar a la comunidad: conseguir los medios para materializarlas y donarlas a escuelas, además de organizar capacitaciones en las instituciones para divulgar su utilización”, describió el técnico.

A un costo menor

“Esta idea está basada en proyectos que encontramos en la web, que fuimos mejorando y adaptando hasta tener una primera versión de nuestra mini impresora; así fue que logramos una que tiene las mismas características que una impresora estándar, pero mientras el valor de esta última oscila en $ 13.000, la nuestra, con similares condiciones para imprimir, pero en un tamaño más reducido, tiene un costo aproximado de $ 2.000”, siguió explicando Juan. En relación al financiamiento del proyecto, comentó que han abierto un fondo común, con el objetivo de poder utilizar la lógica del crowdfunding, para que los interesados puedan sumarse, colaborando ya sea con dinero o elementos electrónicos reciclados (motores, cables y demás).

“También pueden participar aquellas personas que desean mejorar el proyecto, desde el diseño o con alguna otra idea, como así también por medio de la difusión de esta iniciativa”, subrayó a continuación. Por otra parte, señaló que los cursos son enteramente presenciales, en la escuela o las instituciones interesadas. Además, cada participante podrá obtener una cuenta en la plataforma educativa on line www.playcode.com.ar y de esa forma accede a un panel de control para repasar el curso, ver videos y leer material ofrecido en las instancias presenciales.  La intención, recordó Juan, es lograr que las escuelas interesadas en el proyecto se comuniquen con ellos, para poder dialogar sobre el taller que esa institución necesita en particular y entonces señalen si desean modificar algo del mismo, para que sea acorde a lo que están buscando.

Las primeras clases consisten en tres módulos: en el primero de ellos, se explican los fundamentos de la fabricación y composición de las impresoras 3D (piezas, motores, electrónica, entre otros); en el segundo, la configuración y el uso de un software para diseñar; en un tercero, todo lo referido a la impresión.  “Nosotros empezamos localmente, pero la propuesta se enmarca en un proyecto en marcha que se llama Play Code, que es una academia de tecnología on line en la que existen cursos gratuitos de programación, diseño web y programación de aplicaciones para Android”, manifestó Pacheco. Estos y otros cursos, dijo para finalizar, están orientados inicialmente para niños de entre 6 y 16 años, pero también para adultos docentes y educadores de diversas instituciones.

Conciencia ecológica

“La tecnología y la conciencia ecológica van de la mano”, resaltó Juan Pacheco cuando se refirió a uno de los aspectos que resguarda el proyecto que impulsan con su esposa: “La intención es generar conciencia acerca del cuidado del medio ambiente a partir del reciclado de basura electrónica”. Es primordial, dijo, que la gente tome conciencia de lo contaminante que son las partes electrónicas. “Por eso lo que buscamos es reutilizar los componentes electrónicos que la gente tira de diferentes dispositivos y volvemos a utilizarlos para insertarlos de nuevo, de manera que los chicos aprendan sobre la problemática de la contaminación”, explicó.

También destacó que esta iniciativa “puede servir para introducir a los alumnos en el universo de la programación y la robótica”, por medio del ofrecimiento de aquellos recursos y herramientas que el mundo y el sistema laboral actual exigen, “pues los trabajos y profesiones de los próximos años van a estar automatizados”. Así, remarcó, “los niños de hoy contarán con una base de aprendizaje para el futuro laboral del mañana, en lo que es modelado en 3D y robótica”. Hay que tener en cuenta, dijo, “que estos niños de entre 8 y 12 años, cuando entren a la facultad y sigan carreras relacionadas con la temática en cuestión, van a poder contar con este conocimiento y les va a resultar más fácil absorber los contenidos”.

Fuente: El Litoral

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