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En cuarentena, Adriana Perino sigue entrenándose

En cuarentena, Adriana Perino sigue entrenándose

Hace muchos años que Adriana Perino tiene con la bicicleta una relación “amorosa”. Y no sólo porque con ella ha logrado incontables éxitos locales, nacionales e internacionales, sino que en verdad, Adriana y la bicicleta son una unidad. Han formado tal vínculo, que es muy difícil imaginársela sin sus manos en un manubrio y sin sus pies en los pedales; es imposible suponerla sin su mente proponiendo hacer realidad sus objetivos; pero sobre todo es utópico, hasta inverosímil diría, sospechar que su corazón no palpite tan aceleradamente cada vez que monte a su bicicleta para cumplir sus sueños.

Claro que la situación que todos estamos viviendo a raíz de la pandemia de coronavirus complica el modo de canalizar todas nuestras emociones y sentimientos, ya sea a través de un deporte como de un trabajo, una ocupación, un hobby o cualquier actividad que no nos permita desarrollarla de la manera normal; es lo complicado que nos propone la cuarentena, tan forzosa como necesaria.

El ciclismo, lógicamente, es una actividad que no escapa al aislamiento social. Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente sobre el idilio entre Adriana Perino y su bicicleta, no hay que reflexionar mucho como para saber cómo está sufriendo este momento, aunque el hecho de haber mantenido una charla con ella, la haya sacado de este descanso obligado. Igualmente, como ella misma lo cuenta: “La verdad es que dada la situación que estamos viviendo, entreno como puedo. Gracias a un amigo que tiene un gimnasio pude hacerme de algunos elementos como para ejercitar la fuerza en mi casa. En cuanto al entrenamiento con la bici, hago rodillo, el cual lo divido en dos partes, los martes y jueves una hora sobre bici de ruta, como un regenerativo de lo físico que hice el día anterior; y los miércoles y sábados entreno en un rodillo especial pero en una bici pistera, que ofrece más resistencia que el común, simulando el piso de cemento del velódromo”.

“La idea es no perder todo lo trabajado el año pasado, que fue muy bueno. Gracias a Dios en el tema fuerza estoy en un muy buen nivel, el tema delicado es que no puedo entrenar en pista, pero como nadie puede, todos estamos en la misma situación”, agregó resignada Adriana, no ocultando por supuesto su lógica impaciencia.

Paradójicamente, Adriana dio sus primeros “pasos” en la bicicleta en 2005, en Rural Bike, disciplina que se corre con bicicletas Mountain Bike y por caminos rurales: “Pero tres años después, gracias a que mi marido (Leandro Ardana) toda su vida corrió en pista, un día me armó una bicicleta pistera y fuimos a probar en el velódromo de Esperanza. De ahí en más no dejé de correr en pista, me encantó. Además él me enseñó todos los secretos y cómo debía entrenar. Era totalmente distinta a la bici de ruta a la que yo estaba acostumbrada”. “Al principio no me fue muy bien, pero lo tomé como un aprendizaje. Con el paso del tiempo pude lograr un nivel como para poder competir en campeonatos argentinos. Eso fue en 2009, pero recién en 2014 pude salir campeona argentina Elite, que es la categoría en la que corro en Argentina. Ese año fui bicampeona argentina, en San Juan gané las dos pruebas de velocidad que corrí, tanto la de 500 metros como la de velocidad pura”, señaló Perino.

En base a su esfuerzo en cada entrenamiento, los éxitos continuaron: “En 2015 y 2016 pude retener los dos títulos en la misma categoría. En 2017, 2018 y 1019 fui subcampeona de las dos pruebas. Además a fin del año pasado bajé un récord que no se bajaba desde hacía 25 años, fue en los 200 metros, aunque la chica que actualmente es la mejor velocista del país volvió a bajarlo”. La ciclista que fue varias veces premiada en Santo Tomé (ciudad en la que reside) participó en cinco mundiales, y siempre logró ganar alguna medalla. En total fueron nueve en citas mundialistas: “Para participar de un mundial tenés que hacer un sacrificio enorme, dejando de lado muchas cosas, como el trabajo, recargándolo en otras personas, en mi caso en mi marido con la bicicletería. Yo siempre digo que son etapas que se cumplen, y el proyecto que tenemos en el negocio requiere mucha atención de parte de los dos”.

“Como el ciclismo es un deporte totalmente amateur, hay cosas que se pueden cumplir y otras que no, pero siempre hay objetivos para los que se invierte muchísimo tiempo y esfuerzo. En tiempos normales entreno a la siesta, porque en mi caso es el horario en el cual el negocio me permite hacerlo. Un velocista se entrena en el gimnasio y en la pista. La cantidad de tiempo en cada uno de ellos depende del tiempo que falte para la competencia en sí. Más cerca de la fecha del campeonato intensifico las horas de pista sobre la bicicleta, para ponerme a punto para el objetivo”, aclara finalmente Adriana.

Fuente: El Litoral

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