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Agostina Martínez,santotomesina y promesa del mundo de la moda

Agostina Martínez,santotomesina y promesa del mundo de la moda

Nació hace veinte años en Santo Tomé, y es la hija única de Mariela Barretta y David Martínez, ambos empleados bancarios. De chica, sus amigos y familiares la motivaban para que sea modelo, una idea que a ella ni se le cruzaba por la cabeza desde su 1.81 metro de altura. Su compulsión por el modelaje comenzó a los 14 años con la llegada de los cumpleaños de 15 de sus compañeras del colegio Inmaculada de esa ciudad, que la obligaron a “arreglarse un poco más”. En ese momento comenzó a interesarse por las revistas de moda y las pasarelas de aquí y de allá, hecho que la animó a inscribirse en la academia de Ricardo Castañeda, donde durante dos años aprendió sobre la luz, los ángulos y sobre cómo tenía que posar y desfilar. “Siempre fui muy tímida, de perfil bajo. Sentí el modelaje también como una forma de aprender a pararme, de empezar a hablar con la gente, de desarrollar mi personalidad. Un desafío”. Como sabía que en Santa Fe su carrera tenía un “techo”, más tarde se anotó en la agencia rosarina Nativa Models. Hasta allí viajaba cada viernes, a la salida del colegio, junto a una amiga. “Recuerdo que nuestros papás se turnaban para llevarnos”.

Por aquel entonces, ya participaba de varios desfiles regionales, hasta que un día, estando en Paraná, la descubrió el agente de modelos Alan Rojas en un scouting (búsqueda de modelos) que estaba haciendo justo en la capital entrerriana. De su mano, viajó a Buenos Aires, conoció Bafweek (la semana de la moda más importante de Argentina), y comenzó a hacer sus primeras producciones de fotos con apenas 17 años. Cuando terminó el secundario, se concretó su sueño de radicarse en Capital Federal. “Tenía muchas ganas de entrar en las grandes ligas. Me integré al staff de la agencia Soft Model y empecé a hacer editoriales para el diario Clarín y la revista Ohlalá, Para Ti y Luz. También fui tres veces tapa del suplemento Moda&Belleza de La Nación e imagen de los lookbooks (catálogos de temporada) de marcas argentinas como Mila Kartei, Luz Ballesteros y Soifer”.

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Su carrera continuó con desfiles para Ay Not Dead, JT, Tramando, Ginebra, Bomparola, Portsaid y Kosiuko. A la hora de recordar una anécdota sobre sus primeros trabajos, relata entre risas uno que hizo junto a la top Valeria Mazza para Avon. “Ella era la protagonista y mis manos oficiaban de las suyas, por lo cual tocaban su cara en pos de auspiciar crema y geles antiage. Lo más gracioso era que ni siquiera se veían porque tenían guantes. En definitiva, yo no aparecía pero para mi familia esto fue todo un acontecimiento. En especial para mi abuela que se puso chocha cuando vio mis manos “enguantadas” sobre el rostro de semejante famosa”. Entretanto, en su cabeza se agitaba la idea de trabajar en el exterior. Con su singular belleza, la modelo argentina soñaba lo que la mayoría de las aspirantes del mundo de la moda: conquistar el corazón de las grandes firmas internacionales. Fue así que en abril de este año se alistó en una nueva agencia: Universe Management/Look1 (una de las más importantes del país. Representa a top models como Milagros Schmoll (musa de Jean Paul Gaultier), Ceci Mendez (musa de Ralph Lauren) y Magda Laguinge (musa de Marc Jacobs), entre otras), y de ahí surgió la carrera internacional que tanto anhelaba. Sus managers enseguida le vieron potencial: sus rasgos fuertes, mirada intensa, melena oscura y esa marca personal que son sus tupidas cejas, le abrirían las puertas de las pasarelas extranjeras más prestigiosas.

¿Cómo llegaste a Europa?

-Con una propuesta laboral de mi agencia. Es mi primer viaje por trabajo afuera y estoy muy emocionada. Todo comenzó en Milán, donde aterricé en septiembre para participar de su fashion week. Previo a eso, estuve toda una semana yendo y viniendo de un casting a otro. Fueron días súper intensos en los que me tocó competir con chicas de todo el mundo: rusas, ucranianas, chinas… Pero me tomé la experiencia con mucho relax y pensando que si no quedaba elegida era por algo. Finalmente, un día me comunicaron que había sido seleccionada para participar en varios desfiles. Eran los de Antonio Marras, Angel Chen, Lucio Vanotti, Armando Costa, Ssheena, Shenzhen. A la semana siguiente ya estaba subida a otro avión rumbo a París donde desfilé para Dries Van Noten y Anne Demeulemeester y Uma Wang.

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¿Cómo viviste esa experiencia?

-Con mucha emoción pero con los pies sobre la tierra. Desde mi casa veía al mundo fashion desde un lugar de idealización, hasta que de tanto cruzarme con famosos me empecé a acostumbrar a su presencia y tomé conciencia de que son personas como uno, de carne y hueso. En esta profesión llega un punto en que todo se vuelve normal, aunque estés rodeada de celebridades y diseñadores geniales.

¿Qué diferencia hay entre nuestras semanas de la moda y las de allá?

-Los desfiles de acá son diferentes por la cantidad de personas que trabajan detrás de escena, en make up, pelo, todo el backstage en sí es muy diferente en el sentido de que es más “organizado” y “personalizado”, como que tienen todo muy controlado.

¿Qué hacés entre desfile y desfile?

-Si no estoy hablando con alguna amiga me pongo a leer. En estos momentos estoy enganchada con el libro “El poder del ahora”, de Eckhart Tolle.

¿Y ahora cómo es tu vida?

-Por ahora seguiré instalada en París hasta diciembre. Vivo en un departamento que me provee mi agencia ubicado en el barrio République (uno de los más concurridos de la Ciudad Luz), con otra modelo que es de Texas (Estados Unidos). Si bien me vine sin hablar nada de francés, sí manejo un poco el inglés, así que me hago entender. Por suerte son muchas las argentinas que estamos acá y nos hacemos compañía. Hasta compartimos el mate y salimos juntas a bailar.

A propósito: ¿extrañas algo de Argentina?

-La música. En los boliches de acá suena mucho rap, hip-hop y house y a mí me copa más el pop. Soy fanática de Coldplay por ejemplo. Por supuesto, también añoro a mi familia. Cuando estaba en Buenos Aires todo era más fácil porque o ellos viajaban o yo lo hacía. Pero ahora, con la distancia, eso es más difícil. De todos modos estoy muy agradecida a mis padres por dejarme desarrollar en lo mío, y en lo que tanto quería ser, sobre todo sabiendo que soy hija única. Sé que ellos están muy contentos por lo que he logrado hasta ahora, tanto como yo.

¿Cómo te cuidas?

-Me gusta comer bien. Nunca tuve problemas con la alimentación, por lo que no hago dieta. Siempre fui muy flaca (sus medidas son 85-60-89). Camino mucho, pero no lo hago como un entrenamiento sino como actividad para desconectar. Respecto de mi piel, la limpio muy bien antes de irme a dormir, cuidando que no quede ningún resto de maquillaje de los desfiles. Uso una loción astringente y un gel hidratante. Al día siguiente, me lavo la cara con un jabón y me aplico un hidratante y protector solar.

¿Cómo te llevás con la otra faceta del mundo de la moda, la de las redes sociales?

-La verdad es que no estoy muy pendiente de ellas, aunque debería prestarles más atención porque hoy en día ayudan muchísimo en este ámbito y contribuyen al trabajo. De hecho hay modelos que son de Instagram, con un millón de seguidores: muestran qué comen, dónde van a la noche… pero intento que mis relaciones sean más humanas.

A la hora de vestirte, ¿con qué estilos te identificas?

-Con el vintage y el tomboy (uso de prendas inspiradas en la moda masculinas). No soy de comprar mucha ropa, y cuando lo hago visito tiendas y ferias de segunda mano. No sigo ninguna marca, de hecho hoy me compré mi primer par de zapatos en H&M. Uso mucho blanco y negro y a veces suelo sumar algún toque de color. A los pies, siempre zapatillas.

¿Para qué diseñador te gustaría desfilar?

-Obviamente anhelo caminar las pasarelas de los grandes: Saint Lauren, Balenciaga, Valentino, Givenchy, Chanel… Espero volver la temporada que viene y conseguirlo. Por ahora no sé qué más me deparará el futuro.

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La aceptación

Por su aspecto andrógino a Agostina le costó ingresar en el mundo del modelaje argentino. “Aún hoy se me sigue haciendo difícil protagonizar campañas para marcas más conocidas, dado que no soy muy comercial y en nuestro país gusta mucho más la voluptuosidad o la “carilinda”. Mi cara es muy fuerte y soy muy delgada para este mercado. Por suerte nunca me pidieron que me opere ni que me ponga bótox. Todo lo contrario. Recuerdo que en Santa Fe me depilaba las cejas y cuando llegué a Capital me prohibieron hacerlo. Todo el mundo, maquilladores, estilistas y productoras de moda me elogiaban mis gruesas cejas, esas que hoy son mi sello distintivo y no pienso modificar.

Fuente: Revista Nosotros – El Litoral

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