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Piden que la línea “C” ingrese a la Ciudad Universitaria

Piden que la línea “C” ingrese a la Ciudad Universitaria

La reiteración de hechos delictivos preocupa al estudiantado y a la Federación Universitaria del Litoral, que viene reclamando medidas para evitarlos. Aunque sin demasiada respuesta. Algunos antecedentes datan de 2012, cuando autoridades de seguridad dispusieron que un móvil de la comisaría 25 de barrio El Pozo, custodie la zona entre las 20 y las 22.30. Pero tal como señaló el presidente de la FUL, Nadir Saade, las medidas que se implementan para hacerle frente a la situación de inseguridad se “disuelven” con el tiempo. Es que según Saade, desde la comisaría argumentaban que no disponían de móviles para sostener la vigilancia.

“Periódicamente tenemos estos episodios. El año pasado reclamamos la incorporación de la zona al circuito de vigilancia por cámaras que dispuso el gobierno provincial, sobre la ruta y en la colectora. Pero todavía no se implementó”, explicó Saade.  Las víctimas de los robos en esa garita son generalmente los estudiantes que esperan la línea “C” verde, como le pasó a Luciano, ya que no ingresa al predio de la universidad a diferencia de los coches de la línea 2, Fluviales y Etacer.  “Hace unos meses se compuso la Comisión de Transporte Metropolitano y aprovechamos para pedir eso: que la “C” verde también entre a la universidad, así la gente no queda ahí —en las garitas— esperando, en donde puede pasar cualquier cosa. Hasta el momento no pasó nada”, lamentó el presidente de FUL.

Escenas cotidianas

Durante esta semana, la familia de Luciano lo acompañó a la facultad, donde cursa el segundo año de la ingeniería en recursos hídricos para que no pierda el cursado. “Lo llevamos en auto, lo esperamos”, dijo su mamá Soledad, quien aseguró que el joven está muy asustado. Si bien le dieron el alta médica deben seguir controlando que no tenga consecuencias por el golpe.  Al estudiante lo asaltaron a punta de pistola. “Estaba solo en la garita, creo que todo fue más violento porque no tenía nada para entregar. Ese día fue a la facultad con una manzana y algo más para pasar la tarde. Le pedían la campera, el teléfono no era de valor. Dentro de todo la sacó barata, justo venía gente y lo dejaron”, precisó la mujer.  Para Soledad, todo lo que le pueda haber dicho a su hijo sobre cómo cuidarse en la calle, ahora es insuficiente: “Nunca le pasó algo así, fue un trastorno para la familia. Nos tocó, por como vivimos era esperable. Por suerte lo pudimos contener, pero siempre le decimos que si le toca, entregue lo que tenga”, cerró.

Fuente: El Litoral.com

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