
Este viernes pasado al mediodía se conoció la muerte de Antonio “Gachi” Ferrari, lo que provocó un gran dolor en el mundo del básquet santafesino. El técnico de 66 años, tuvo una extensa trayectoria en el ámbito local y provincial.
Será recordado, entre otras cosas, por ser el “descubridor” de Andrés “Chapu” Nocioni. El propio ex jugador de la NBA y la Generación Dorada, publicó en sus redes sociales: “Hoy toca despedir a este gran entrenador , mentor y amigo. Se te va a extrañar querido Gachi Ferrari”.
Ferrari en la actualidad se desempeñaba como director técnico en el club Alma Juniors de la ciudad de Esperanza. Se supo que cerca del mediodía se descompuso y fue llevado a un sanatorio privado de la capital santafesina.
Pesar y suspensiones
A raíz de la triste noticia, el departamento de prensa de la Asociación Santafesina de Básquet informó: “Ante esta dolorosa pérdida, se resuelve suspender y pasar a reprogramación los encuentros que la institución debía afrontar durante los días viernes 14, sábado 15 y domingo 16 de marzo”. Y agregaron: “También se suspende y pasa a reprogramación el encuentro de U21 pactado para este viernes 14 entre Unión de Santa Fe y Santa Rosa”.
Por último, desde la ASB cerraron: “Además se hará un minuto de silencio en todas las canchas. Aprovechamos para expresar nuestro acompañamiento a su familia y seres queridos”.
La historia del Chapu Nocioni
El entrenador León David Najnudel, cuando tenía el dato de un jugador, no ahorraba esfuerzos en pos de su objetivo. Actuaba de inmediato y sin demoras. El “dato” se lo había dado un ex jugador suyo de Ferro Carril Oeste, muy gravitante para ganar la primera Liga Nacional en 1985 jugando como “base bis” a la par del gran Miguel Cortijo: el santafesino Gabriel Darrás.
Para la temporada 1995 / 96, Gaby acordó con Valle Inferior de Viedma y en uno de sus viajes previos, haciendo escala en Buenos Aires, fue a saludar a su anterior director técnico. Obviamente que el encuentro fue en “El Dandi” (así escrito en el cartel, terminando en “i” en lugar de “y”). Estaba enclavado en la esquina de Corrientes y Thames, barrio de Villa Crespo, y en ese bar León fue un infaltable habitué hasta convertirlo en leyenda por sus citas con gente del básquetbol.
“Esos cafés fueron inolvidables para mí –evoca hoy Gaby–. León me preguntó por jugadores buenos de Santa Fe. Le conté de quienes conocía, pero también le dije que tenía referencias de un tal Nocioni, que físicamente era un verdadero atleta. Muy fuerte. Le conté que estaba en Unión Santo Tomé, que yo todavía no lo había visto jugar, pero que me dieron el mejor concepto. Digamos que fue un típico dateo.
En mi club, Gimnasia y Esgrima de Santa Fe, Gonzalo Pera de Jordi, un amigo, me había comentado que Unión Santo Tomé había armado su Primera con un equipo de pibes que la estaban rompiendo. Entre ellos: varios juveniles y uno con edad de cadete, el Nocioni en cuestión. Antes de irme, me preguntó:
“¿Cómo era el apellido del pibe?”.
¡¡¡No se le iba a escapar!!!”.
OPERATIVO NOCIONI EN SANTO TOME
Para esa misma temporada el Racing Club de Avellaneda le encomendó a Najnudel la dirección técnica de su equipo.
La ciudad de Santo Tomé está pegada a la capital santafesina, separadas solamente por el río Salado, el que provocó la última y terrible inundación. Nocioni había pasado a préstamo de Ceci de Gálvez a Unión Santo Tomé, porque se había quedado sin competencia.
El sábado 5 de agosto de 1995 León se encontraba en Tortugas, el pueblo de su segunda esposa Mónica Marinsalda. Después del mediodía puso su Renault 21 gris en la Ruta 9 y enfiló hacia su objetivo. Silvia, una amiga, acompañaba al matrimonio en el viaje.
Durante la semana había hecho un contacto telefónico con los padres del “Chapu” en Gálvez: Pedro José Nocioni (“Pilo”), un ex jugador que pasó por el básquetbol de Santa Fe y Cinco Saltos, y Angela Palmira Roux. Quería chequear el próximo partido para ir a verlo. Los padres le confirmaron el programado para el sábado 5, pero realmente no creyeron mucho en que el famoso León Najnudel, a quien sólo conocían por fotos de diarios y revistas y por la televisión, se podía aparecer. Pensaban que se trataba de una joda. Sin embargo, por las dudas, tomaron una precaución: no decirle nada a Andrés para no ponerlo nervioso.
“ME BASTA Y SOBRA, YA VI TODO…”
Unión Santo Tomé, con Andrés Marcelo Nocioni (siendo cadete), enfrentó a Rivadavia Juniors en su gimnasio “Pay Zumé” por el Campeonato Oficial de Juveniles (una categoría mayor) de la Asociación Santafesina. Hora: 18.40. Grupo 1, segunda fase, primera rueda, 4ª. fecha. Arbitraje de Juan Fernández (actualmente en el TNA) y Sergio Quinteros.
Nadie identificó a Najnudel en su llegada, tanto que Diego Vicino, de la Subcomisión, le cobró rigurosamente las entradas a este personaje célebre del básquetbol. Todavía hoy lo cargan, porque su actitud hizo poner colorado a más de uno…
León se sentó frente a la mesa de control, en la segunda fila, desde la mitad de la cancha apenas a la derecha. No sacó la vista del número 15 de Unión, cuyo carnet de jugador era el N° 15.245.
En la fila de abajo se sentó quien sí lo identificó por conocerlo de su frecuente asistencia a las clínicas. Era la profesora y entrenadora Marcela Bisso, fanática del básquetbol.
–¡¿Qué tal León?! ¿Qué anda haciendo por acá? –lo saludó con curiosidad.
–Vine a ver básquet… –fue la respuesta genérica para ocultar su verdadera finalidad.
Marcela, casualmente, es popularmente conocida por “La Chapu”, “porque me gustaba vestirme de rojo”. A Nocioni también le dicen “Chapu”. Cuenta su mamá Angela que, desde chiquito, era calentón y, cuando discutía, se ponía colorado. Un día un dirigente del Ceci lo vio así y le dijo: “¡Parecés el Chapulín Colorado!”. Le quedó como apodo, que después Najnudel lo acortó a “Chapu”.
Enrique Tolcachier en esa época era el asistente de León en el Racing Club y se le grabó este testimonio contado por su director técnico: “En la entrada en calor vio que volcaba la pelota de manera impresionante y con la facilidad de un americano”.
Antes de terminar el primer tiempo, que Unión ganó 43-38 con 7 puntos de Andrés, León ya emprendió la retirada. Se habrían jugado solamente 5 o 6 minutos. “Pilo” Nocioni, que fue con su esposa y su hijo mayor, al recibir el anuncio de León de que se iba, trató de pararlo:
–No, espere, si no vio nada. ¡¿Cómo se va a ir?! Por lo menos quédese un tiempo…
–Me basta y sobra, ya vi todo lo necesario…
De todos modos, las últimas palabras del entrenador fueron el mejor dictamen para los padres: “Si lo dejan, lo llevo…”
En el segundo tiempo, Rivadavia Juniors, impulsado por los 30 puntos de Marcos Barberis, dio vuelta el partido y terminó ganando 80-66. Nocioni salió por cinco fouls a los catorce minutos del segundo tiempo y su planilla totalizó 13 puntos (5 dobles y 3 libres).
Antonio “Gachi” Ferrari, profesor de educación física, hoy 45 años y ayudante de Sebastián Uranga en el equipo de Primera “B” de Unión de Santa Fe, fue el técnico de Nocioni en esa época. Lo recuerda así: “Andrés era un chico muy apasionado por el básquetbol. Le gustaba mucho. Era excelente afuera, pero muy caliente de carácter cuando jugaba, muy difícil de controlar. Muy respetuoso, hacía caso en todo, aunque su temperamento lo superaba…”
A las 20.20 horas está asentado que terminó ese partido ya legendario en Santo Tomé. Andrés Nocioni se reencontró con su familia con este comentario: “Lo vimos a León Najnudel en la cancha… ¿Saben qué vino a hacer?”
Irresistible cada vez que iba a la capital santafesina, el entrenador en ese momento ya estaba, antes de regresar, muy cerca de la Costanera, pegado a la laguna Setúbal: comiendo pescado en “El Quincho de Chiquito”, el mismo que inmortalizara Carlos Monzón. Mientras tanto, su mente idealizaba al jugador que acababa de ver vistiendo la camiseta de Racing.
Fuente: El Litoral / El Gráfico
