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Avanza la investigación de los restos arqueológicos hallados en Santo Tomé

Avanza la investigación de los restos arqueológicos hallados en Santo Tomé

“Estamos parados sobre restos humanos”, dijo la arqueóloga y antropóloga Rosario Feuillet desde el yacimiento Río Salado-Coronda II, ubicado en Villa Adelina Este de Santo Tomé. Se trata de uno de los hallazgos más trascendentes de la historia en los últimos años. Los estudios realizados a partir de los vestigios que formaron parte de un cementerio de 3.000 años de antigüedad permitieron conocer la vida de las sociedades que habitaron la zona desde mucho antes de la llegada de los europeos, incluso mucho antes de Cristo.

En numerosas ocasiones, los huesos cuentan historias sencillas, simples y sin rodeos. Pero otras veces, plantean hipótesis imposibles de comprobar que terminan por convertirse en meras suposiciones. ¿Por qué los niños fallecidos siempre eran enterrados en compañía de adultos? ¿Qué significaban las vasijas y elementos marcados con un extraño pigmento rojizo junto a los restos óseos? ¿Qué rituales caracterizaban las culturas que habitaron ese espacio? ¿Era el carpincho una especie de animal sagrado?. Los restos óseos esconden una historia milenaria con protagonistas insospechados, enlazando los primeros pobladores que llegaron al continente a través del Estrecho de Bering, especies animales extintas en la zona y rituales particulares.

La semana pasada, el equipo del Museo Arqueológico de Santo Tomé (MAST) que dirige Feuillet confirmó el hallazgo de nuevos restos óseos que datan de un período que abarca desde el año 1.400 antes de Cristo hasta el 900 después de Cristo. La arqueóloga aseguró que existe evidencia de la ocupación ininterrumpida en ese territorio durante 15 o 16 generaciones. “Específicamente el área donde estamos trabajando fue utilizada como un centro ceremonial, donde constatamos una intencionalidad clara del uso de este espacio como un área de cementerio y veneración”, señaló.

Los vestigios comprenden dos enterramientos de al menos seis individuos, y fueron descubiertos a raíz de una obra de cerramiento perimetral que la Municipalidad de Santo Tomé puso en marcha justamente para resguardar el sitio arqueológico. “Se llaman paquetes secundarios porque corresponden a personas que fueron enterradas en otro lugar, desenterradas luego, y finalmente traídas a este sitio donde sus huesos fueron dispuestos de manera no anatómica”, explicó la antropóloga sobre los restos hallados. Se trata de una disposición similar a lo que hoy se conoce en los cementerios modernos como “reducciones”.

La directora del MAST añadió que “hasta el momento hemos encontrado restos de al menos seis personas. En uno de los paquetes secundarios identificamos un adulto y un niño, y ahora estamos trabajando en el otro paquete secundario, donde tenemos evidencia cuatro personas más”. Este descubrimiento refuerza una teoría del equipo de Feuillet. Tal como se observó en los otros hallazgos que tuvieron lugar en Villa Adelina Este desde 2003, los restos de niños encontrados hasta el momento siempre formaron parte de entierros secundarios. Los expertos suponen, entonces, que existía en esas sociedades cazadoras recolectoras la creencia de sepultar a los niños junto a los restos de algún adulto, otorgándoles una suerte de protección. Por ello, esos huesos de pequeños nunca aparecen solos. La disposición de numerosos objetos cerámicos ornamentales y vasijas con valvas de moluscos de río hablan del hábito de enterrar ofrendas funerarias junto a los cuerpos.

Buena parte de estos elementos están decorados o marcados con un líquido rojo que llamó la atención de los arqueólogos. Es que la utilización de minerales ferrosos como pigmentos naturales para la decoración de vasijas era común, “pero este color rojo no es de la zona, es mucho más intenso”, dijo Feuillet a AIRE. Se trata de una pigmentación propia de concreciones del noroeste, por lo que pudo haber sido traída por pobladores de otras tierras, o bien, se puede pensar que ese pigmento de intenso color estaba disponible en la naturaleza dos o tres milenios atrás, pero ya no en la actualidad.

Algo similar ocurre con las especies animales que formaron parte del paisaje de la Santo Tomé milenaria. En el área conocida como Las 4 Bocas, donde se unen el río Salado, el riacho Santa Fe y el río Coronda, se hallaron restos de animales que hoy ya no están presentes en la zona o son poco habituales, como guanacos y yaguaretés. “Miles de años atrás, el clima acá era más árido”, explicó la directora del Museo Arqueológico.

La fauna también formaba parte del ideario ritual y ceremonial de aquellos lejanos pobladores. En vasijas y herramientas recuperadas se encontraron decoraciones con lineamientos y formas alusivas al carpincho, animal que hoy sigue siendo autóctono de la región. “En otros sitios y yacimientos del norte y sur de la provincia hay indicios de que el carpincho formaba parte de la dieta” de esas comunidades, “pero los pocos restos óseos de esa especie encontrados acá tienen un tratamiento diferente, como si hubiesen sido usados como amuletos o elementos de veneración”, apuntó Rosario.

La certeza irrefutable es que cada hallazgo que tiene lugar en el yacimiento Río Salado-Coronda II esconde historias fascinantes que invitan a tratar de desvelar una trama milenaria solo conocida por esos pobladores que los arqueólogos del MAST creen emparentados con los primeros llegados al continente a través del Estrecho de Bering, cuando la tierra poco conocía de fronteras. “Cuando los alumnos de las escuelas primarias visitan el Museo y juegan a excavar sitios arqueológicos se centran en nombrar qué elementos encontraron enterrados. Yo les digo que lo interesante no es la vasija o el hueso sino las conclusiones que podemos sacar a partir de ese descubrimiento”, reflexionó Rosario Feuillet. Los restos del asentamiento humano de hasta tres milenios de antigüedad en tierras santotomesinas siguen escondiendo historias que los arqueólogos y antropólogos intentan dilucidar.

Fuente: Aire de Santa Fe

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