
Una pareja fue detenida e imputada por una escalada de hechos de violencia ocurridos en la noche del 26 de septiembre en Santa Tomé, que culminó con una acusación gravísima: tentativa de homicidio agravado contra un policía en servicio. El caso, inicialmente caratulado como robo en flagrancia, dio un giro drástico al evidenciarse la brutalidad con la que actuaron los implicados y su disposición a utilizar la violencia extrema incluso contra las fuerzas de seguridad. Los imputados fueron identificados como Hugo Raúl Alberto Ventos, de 28 años, y María Soledad González, de 34, quien cumplió años detenida el mismo día en que fue formalmente acusada.
En tribunales
El pasado martes 30 de septiembre, el fiscal Manuel Cecchini encabezó la audiencia imputativa ante la jueza Cecilia Labanca, con la participación de la defensora pública Silvina Corvalán. Sin embargo, la gravedad del ataque contra un efectivo policial y el uso de un arma de fuego con intención homicida motivaron la intervención de la Unidad Especial de Homicidios, bajo la órbita del fiscal Carlos Lacuadra, quien continuará con la investigación.
La audiencia para el tratamiento de medidas cautelares, prevista para el jueves 2 de octubre, no llegó a realizarse en los términos habituales. La defensa, que había cambiado a un abogado particular, optó por consentir la prisión preventiva debido a la contundencia de la evidencia, con el objetivo de explorar una posible salida alternativa más adelante. La jueza Labanca hizo lugar al acuerdo de las partes y ordenó la prisión preventiva sin plazo de ambos.
Violencia extrema
De acuerdo con la reconstrucción fiscal, la noche del 26 de septiembre marcó una secuencia de hechos de altísima peligrosidad, protagonizados por Ventos y González, entre las 22:30 y las 23:30 de ese viernes. En apenas una hora, la pareja intentó cometer dos robos con arma de fuego, agredió a policías durante un control y gatilló contra uno de ellos en un intento de asesinato a sangre fría.
El primer episodio se registró a las 22:30, en calle Tierra del Fuego al 3000, donde la pareja —a bordo de una motocicleta blanca— intentó sustraer el motovehículo de un vecino del lugar. Mientras González esperaba sobre la moto encendida, Ventos descendió con un arma tipo revólver y exigió la entrega del rodado. Ante la negativa de la víctima, le propinó un golpe con el arma en la cabeza, la cual estaba protegida por un casco. La víctima pidió auxilio a viva voz, y los agresores huyeron sin lograr su cometido. A las 22:55, en calle Crespo al 2000, repitieron la modalidad contra una mujer, que también se encontraba con su motocicleta. En esta ocasión, Ventos la abordó directamente, le apoyó el revólver en el cuello y el pecho y exigió que descendiera. Ella cayó al suelo en medio de un forcejeo y logró pedir ayuda, frustrando nuevamente el robo. La pareja se dio a la fuga.
El hecho más grave ocurrió alrededor de las 23:30, cuando personal del Comando Radioeléctrico interceptó a los sospechosos en la intersección de calles 9 de Julio y Candioti, en virtud de una alerta del 911 que informaba sobre la vestimenta y características de los autores de los robos. Durante el procedimiento, tres efectivos procedieron a un chequeo de rutina. A Ventos se le secuestró un revólver calibre .32 Largo, cargado con seis cartuchos. El arma fue guardada por uno de los uniformados en el bolsillo de su pantalón, mientras continuaban las tareas de aprehensión.
Al intentar colocarle las esposas, Ventos se resistió violentamente, agredió a los dos funcionarios hombres, y los tres cayeron al suelo. En el forcejeo, Ventos mordió en ambos antebrazos uno de ellos, causándole heridas cortopunzantes. En ese momento, mientras era custodiada por una inspectora, María Soledad González aprovechó la confusión y tomó el arma del bolsillo del policía que estaba en el piso. Y cuando el compañero intentó reducirla, González le apuntó al pecho desde menos de un metro de distancia y gatilló tres veces. Por razones técnicas ajenas a su voluntad, los disparos no se efectuaron. Aun así, el peritaje balístico confirmó que el arma estaba en condiciones de uso y era apta para disparar.
Portación y tentativa de homicidio
Además de los intentos de robo y los ataques físicos a los policías, la fiscalía imputó a Ventos por portación indebida de arma de fuego de uso civil sin autorización legal, ya que tenía el revólver en condiciones inmediatas de disparo mientras circulaba por la vía pública. Por su parte, González enfrenta una imputación aún más grave: tentativa de homicidio agravado por tratarse de la víctima un funcionario policial en ejercicio de sus funciones, y por el uso de arma de fuego. Según la Fiscalía, la intención homicida fue clara, y sólo factores externos impidieron que se consumara.
Evidencia abundante
La fiscalía destacó la solidez de la prueba reunida. Además de las denuncias de las víctimas y el testimonio de los efectivos policiales, se incorporaron registros de cámaras de seguridad privadas, cartas de incidencia del 911 y declaraciones de testigos presenciales. El informe técnico balístico confirmó que el revólver secuestrado era apto para el disparo y compatible con los cartuchos encontrados en su tambor. Por jurisdicción, las actuaciones fueron remitidas a la Comisaría N.º 12 de Santa Tomé, donde continuará la instrucción penal bajo la dirección del fiscal Carlos Lacuadra.
Fuente: El Litoral
