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Spreen, el chico de Santo Tomé que coronó el 2022 como streamer del año

Spreen, el chico de Santo Tomé que coronó el 2022 como streamer del año

El calendario le da la bienvenida al 2020 pero en Santo Tomé la señal de internet aún es intermitente. Iván tiene 20 años, es estudiante de Diseño Industrial y coquetea con ser streamer. Streamer: dícese de una persona que transmite en vivo por internet, genera contenido que va desde jugar videojuegos, crear tutoriales o incluso idear chats en solitario. En la casa que vive con sus padres y su hermanita no puede dar el salto. No puede transmitir todo lo que le gustaría porque más temprano que tarde se le cae la conexión. Lo cierto es que en su canal tracciona un buen número de audiencia. Sus padres no entienden bien lo que quiere hacer, pero él prepara algunas estadísticas para demostrar que la cosa puede ir en serio y generarle un ingreso que le permita independencia. Con la aprobación de su familia, va a la empresa de servidores de internet y pide que le marquen las cuadras de la ciudad en las que hay fibra óptica. Con ese plano busca departamento. Da con el indicado, con el monoambiente que será su casa y su estudio. Es ideal porque cumple con el único requisito de Iván: tiene internet por fibra óptica. Tres años más tarde y pandemia de por medio, Iván, devenido en Spreen, vive entre Santa Fe, Buenos Aires y distintos eventos internacionales, figura entre los más convocantes de internet y cierra el 2022 galardonado como el Streamer del año en el Teatro Colón. En diálogo con LA NACION, Iván cuenta su historia.

-¿Cómo arrancaste en el mundo del streaming?

-Al principio en Santo Tomé, como no había buen internet y tenía pocos megas, lo único que me podía permitir era subir videos a YouTube. Por ahí dejaba los videos subiendo durante toda la noche y aún así me despertaba y todavía seguían cargándose.

-¿Cuál era el contenido de esos videos?

-Subía montajes, compilaciones de momentos en los que jugaba a ciertos videojuegos. Yo tenía alrededor de 13 o 14 años y les ponía música de fondo porque me daba vergüenza que se escuchara mi voz que era muy finita. Algo que en internet de ese momento solía criticarse mucho. Pasó un tiempo hasta que me animé a ir comentando, subir videos hablando y empezar a progresar. No era como ahora que está mucho más normalizado subir videos, sobre todo en Tik Tok.

-¿Cómo pasaste al siguiente nivel y te profesionalizaste en eso?

-De a poco me fui soltando, dejando pasar los malos comentarios y usé las críticas para mejorar. En el último año de la escuela dejé de subir videos porque quería prepararme para la facultad, aprobar todas las materias y terminar bien el año escolar. Pensé que no iba a poder vivir de eso y lo dejé. Pero la cuarentena me motivó a volver y en ese momento empecé a acumular cada vez más seguidores. En la mitad de la cuarentena, me animé a decirle a mis padres que quería arriesgarme a volcarme completamente al streaming. Les mostré mis estadísticas para que entiendan de la mejor manera posible que eso podía ser una realidad. Que podía convertirse en algo más que el sueño de “vivir solo para jugar a los jueguitos, streamear y subir videos”. Les expliqué que podía llegar a ganar plata con eso y ahí se animaron ellos también a que yo pudiera hacerlo.

-¿Hasta ese momento no habías podido monetizar nada?

-Sí, pero era muy mínimo lo que podía llegar a generar con YouTube. Era tan poquito que lo gastaba justamente en juegos. Mis padres no tenían ni idea de eso porque lo de YouTube me iba a una cuenta que tenía en internet y la plata me la gastaba online. Necesitaba pasar a Twich para monetizar más y experimentar cosas nuevas. El directo te da otra magia, otra conexión con la gente que los videos no dan. Yo en ese momento le decía a mis papás que mi idea no era vivir del stream, sino que me generara un ingreso mientras seguía estudiando, pero después se me hizo imposible. No sé si sería imposible seguir estudiando pero de seguro que tendría un ritmo muy lento porque me lleva mucho tiempo el streaming. Cuando mis papás entendieron que era posible que si yo alcanzaba ciertos números de audiencia podía generar un ingreso me fui a vivir a un monoambiente. No me importaba si tenía colchón, no me importaba nada más que tener fibra óptica. En la empresa de internet me marcaron las cuadras en las que podía tener buen internet y así fue como conseguí mi monoambiente ideal. Ahí empezó a escalar todo.

-Escaló todo muy rápido…

-Terminaba las clases de la facultad y en vez de ponerme a hacer la tarea sabía que tenía que streamear. Sentía el impulso de transmitir en vivo todos los días. En mis directos suelo hablar con mis seguidores como si fueran mis amigos y en ese sentido siento que el stream es un punto medio entre un directo en Instagram y la televisión. No es tan simple como el hecho de agarrar el celular y hacer un vivo en Instagram, pero tampoco tiene tanta producción como una un programa de televisión.

-¿Cómo definís a tu audiencia?

-El género suele ser muy variado pero en términos de edades hay chicos de 13, 14 años hasta gente de 35. Casi siempre la gente que es muy grande que se suma es porque hace mucho jugaba juegos y le divierte mi canal.

-¿Cómo te imaginás los medios de comunicación en unos años?

-Yo creo que hay que ver cómo el diario y la televisión se van renovando. Pero eso no es solo con los medios tradicionales, el streaming también se va renovando mucho. Antes no hacíamos más que prender una webcam y jugar y hoy en día hay que ponerle más producción. Creo que lo que se viene va de la mano de saber renovarte a cada rato para traer cosas diferentes. Internet avanza mucho más rápido que la televisión, por eso muchas veces se consumen más los medios digitales. Tiene que ver con la época que estamos viviendo un momento de consumismo donde todo el contenido digital es desechable: en TikTok los videos duran menos de un minuto y de toque lo deslizas. A la gente le cuesta quedarse mucho tiempo consumiendo algo específico, se busca dinamismo. En el streaming eso lo tenemos en cuenta y buscamos retener la audiencia. Busco el dinamismo pero también buscó crear un vínculo fuerte con mi comunidad.

“Spreen es un nombre que inventé de chiquitito en una empresa imaginaria que tenía. Hice un juego de palabras con Speed” dice Iván Buhaje
“Spreen es un nombre que inventé de chiquitito en una empresa imaginaria que tenía. Hice un juego de palabras con Speed” dice Iván Buhaje

-¿Cómo proyectás tu contenido a futuro?

-Lo máximo que puedo proyectar es de acá a un mes. Porque todo cambia muy rápido en internet, en eso Tik Tok es el ejemplo más claro. Hace dos años no era ni conocido y hoy en día es furor mundial. Muchos creadores de contenido prefieren dejar de lado sus canales de YouTube y sus streamings para enfocarse más en la viralidad del contenido descartable.

-¿Quién es Spreen y quién es Iván?

-Spreen está siempre creando contenido. Exagera un poquito más el personaje, pero a la vez… yo siento que no soy un personaje, me siento muy “yo”. Spreen toma más el protagonismo de lo que está pasando mientras que Iván suele ser más tímido.

-Contás con seis millones de miembros en tu comunidad y fuiste el más visto del día entre los streamers de habla hispana, superando a Auronplay e Ibai ¿Qué pensás de las repercusiones que tuviste este año?

-Siempre supe que todo da sus frutos pero nunca me imaginé que tanto. Jamás imaginé que me podrían invitar a eventos en Buenos Aires o en España. En los eventos masivos me sigo poniendo nervioso. Una cosa es tener 20 mil personas viéndote en internet y otra es imaginarte esas 20 mil personas en un estadio. Por eso yo trato de imaginar que somos una comunidad de amigos. Ese es mi secreto. Hoy mucha gente se rige a través de los números para hacer cosas y algunas veces se terminan estresando porque hacen cosas que no tienen ganas de hacer. Yo eso lo evito y trato de hacer siempre lo que me gusta.

Fuente: Diario La Nación

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