Pasó el 24, pasó el 31, y si bien el uso de la pirotecnia viene mermando desde hace unos años hasta la actualidad, todavía queda un camino largo por recorrer hasta llegar al ideal de ser una ciudad libre de pirotecnia. El uso de petardos y bombas explosivas en estas fiestas fue dispar según la zona de la ciudad. En el cordón noroeste, al igual que en barrio Chalet y Centenario, es donde más se escucharon las explosiones. Santo Tomé, en tanto, tuvo un uso más moderado. La historia de Verónica Rodríguez, integrante de TGD Padres TEA Santa Fe (una organización de padres, madres y familiares de personas con Trastornos del Espectro Autista) es realmente conmovedora y cruda a la vez.

“Mi hijo tiene autismo, el cual se lo detectaron cuando tenía un año y ocho meses. No hablaba, recién lo empezó a hacer casi a los tres años. Lo mismo que caminar, sólo se arrastraba. A los cinco años y medio pudo empezar a tener una comunicación más fluida”, contó. Pero ese avance, tuvo un lamentable retroceso el miércoles 19 de diciembre, producto de una movilización gremial que pasó a media cuadra de su casa. En la ocasión, tiraron cuatro bombas de estruendo. “Vibraron los vidrios de mi casa. Los chicos con autismo sienten casi cinco veces más, y él se puso a correr, se arrinconó, se tapó los oídos y se puso en forma de ‘caracolito’ como protegiéndose. Desde ese momento, mi hijo quedó sin habla por unos diez días”, recordó. Ahora de a poco, entre familiares y amigos logran sacarle algunas palabras sueltas.

Rodríguez fue muy clara al opinar acerca de los avances en la ordenanza santafesina: “No vemos todavía tanto movimiento acá en la ciudad, como sí lo vemos en Sauce Viejo y Santo Tomé”. Por su parte, Lina Velázquez, de Familias Especiales Unidas, una organización de mamás de niños con autismo y algunos otros síndromes dice que “sin dudas la iniciativa (la de “pirotecnia cero”) es positiva, pero falta todavía. Lo ideal es que se concientice a la gente, que presten atención a casos particulares y hacer el control de ventas callejeras, que es lo importante. Y no sólo en la parte céntrica de la ciudad, sino más en los barrios que muchas veces no se llega”, comentó.

Más allá que está disponible el 0800 777 5000 de la Municipalidad, Velázquez considera que debe ser un número que funcione literalmente las 24 horas del día. Y dio un claro ejemplo del porqué de su reclamo: “El 25 de diciembre, eran las tres de la tarde, y en mi barrio (María Selva) estaban tirando bombas. Ahí es dónde nos preguntamos: ¿dónde está el control? Hay grupos de mamás cuyos hijos tienen otras discapacidades, que después de las 12, en las fiestas, se tienen que encerrar y eso es muy injusto”.

Los animales

El daño que causan los estruendos en los animales también es importante. Por este motivo, Gabriel Piedrabuena, de la Asociación Civil Dignidad Animal, valoró la prioridad que el Concejo le dio al tema. “Es necesario recordar siempre que hay una ordenanza que prohíbe la utilización de la pirotecnia, porque genera perjuicios a mucha gente. Y desde ya también a los animales”, aseguró. Para las entidades proteccionistas de animales, estas últimas fiestas arrojaron un saldo negativo. Dignidad Animal, por ejemplo, tuvo muchas noticias de animales que murieron como consecuencia de infartos padecidos por la utilización de bombas que se supone están prohibidas. Muchos otros que se escaparon, los que aparecieron perdidos. Por estos motivos es que ellos aún no han notado una gran diferencia con años anteriores.

“Está claro: hay un sector de la población que lamentablemente se muestra insensible ante el colectivo del autismo, del proteccionismo de los animales, de los adultos mayores, de la gente con discapacidades. Y la tarea es educar, llegar a la gente con un mensaje para que entiendan que una celebración, cuando perjudica, hiere o hacer doler a alguien, ya no es tal”, concluyó tajante Piedrabuena.

Fuente: El Litoral.