En los mismos días en que se registraban los primeros casos de coronavirus en Sudamérica, el padre Matías Luna llegaba a la parroquia Nossa Senhora Dos Navegantes (Nuestra Señora de los Navegantes) en la ciudad de Manaos, capital del estado Amazonas en el norte de Brasil, donde fue designado párroco el 8 de marzo. Hace casi dos años que el padre, oriundo de Santo Tomé, decidió dejar Argentina para misionar en las favelas de Brasil. Previamente, lo había hecho durante los veranos, pero esta vez su partida fue definitiva.
El padre Matías pasó por varios pueblos y ciudades de la provincia de Santa Fe, como San Carlos, San Javier y Marcelino Escalada. Se aventuró a grandes desafíos como las misiones en villas y favelas, pero nunca se imaginó enfrentarse a la pandemia del coronavirus en el norte de Brasil y con Jair Bolsonaro como presidente.
“En Brasil, la religión es considerada un servicio esencial”, contó Matías en diálogo con Aire Digital. Es por esto que en algunas declaraciones del presidente Bolsonaro, se lo escuchó decir que los curas debían continuar dando misas. Sin embargo, el padre argentino aseguró que los curas de la Iglesia Católica decidieron resguardar su salud y la de sus fieles desde el principio. “Hay marcadas diferencias de pensamientos entre el ministro de Salud y el presidente, pero nosotros decidimos hacerle caso al ministro”, explicó Matias, quien además aseguró que la mayoría de los ciudadanos también toman más seriamente las indicaciones del ministro.
“Para tomar la decisión de dejar de dar las misas con fieles nos guiamos por la Conferencia Nacional Bispos do Brasil (Conferencia Nacional de Obispos de Brasil – CNBB)”, aclaró. Es por esto que desde el 19 de marzo, Matías celebra misa en la parroquia que está a una cuadra y media de su domicilio y sólo tiene contacto con las hermanas de la Iglesia que lo asisten en sus tareas. “Nosotros transmitimos las misas por el Instagram Vivo de la parroquia”, explicó.
Durante los días normales, sin cuarentena, daba una o dos misas por semana. En cambio, los sábado, dos y los domingos, entre cuatro y cinco. Sin embargo, con el aislamiento sólo celebran una misa por día. La convocatoria es la misma y hasta creció: “generalmente asistían unas 400 personas por celebración, pero ahora puede que sean un par más los que la siguen por Internet”, aseguró Matías.
Matías contó que la ciudad en donde vive, al igual que todo el norte de Brasil, es una región “muy humilde”. A la vez, manifestó que en Brasil el aislamiento no se toma con la misma seriedad que en Argentina, debido a las condiciones de vida que son más precarias, pero también a la desinformación por parte de las autoridades. “En Brasil, la religión es considerada un servicio esencial”, contó Matías en diálogo con Aire Digital. “En la ciudad y en toda la región se desarrolla mucho la pesca como la actividad económica principal”, explicó Matías, y agregó: “Los pescadores siguen como siempre, porque no pueden dejar de trabajar de lo que viven”.
El padre santotomesino contó que en Manaos no hay demasiados casos confirmados, pero que de todos modos en el país no se le da la importancia que deberían al coronavirus. “Durante los primeros días, en los que ya había casos en Argentina, acá la gente no le daba importancia. Apenas escuchabas el tema del virus en alguna charla informal”, aseguró.
Mientras el cura santotomesino lleva adelante su misión resguardando a los suyos del coronavirus a pesar de las opiniones del Presidente, en el primer día de abril -casi un mes después de que se detectara que el virus había llegado a Latinoamérica- ya registraron 240 muertos y 6.836 casos positivos en Brasil.
Fuente: Aire de Santa Fe
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