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por
la redacción
En pocas semanas se cumplirá el aniversario del femicidio de Liliana Sala, que ocurrió el 20 de diciembre de 2021 en Sauce Viejo. Quien está señalado como único autor es Pablo Flatt, hoy de 19 años. Está imputado desde el 31 de diciembre de ese año, y en marzo del 2022 la fiscalía pidió la pena de cadena perpetua con la acusación formal. A las semanas el juicio tenía fecha, pero se suspendió por el pedido de una evaluación de imputabilidad por la Junta de Salud Mental. Tardaron más de cuatro meses en informar el resultado y ahora el proceso pasará, con suerte, para el 2023.
UNO Santa Fe dialogó con Nicolás Gatti sobre la situación que genera aún más angustia a la familia. Es el mayor de los tres hijos que tuvo Liliana y es quien tomó el rol más activo en lo público para impulsar un resultado de justicia que repare, en parte, el daño irreversible que provocó Flatt.
—¿Qué debería saberse sobre lo que es transitar un proceso judicial en Santa Fe de estas características?
—Es la peor situación que creo que puede pasar una familia, el asesinato de mi mamá. La situación a un año, la verdad que es bastante dinámica y por ahí cambiante. Porque si bien dentro de la familia es un dolor constante, un recuerdo permanente y una situación de día a día muy complicada de poder sobrellevar lo que es el hecho, el caso en sí, son varias etapas.
“Para nosotros, tratando de ser lo más objetivo posible, –continuó–, fue muy buena la parte investigativa porque fue muy rápida. Lo hablamos muchas veces con la persona que estuvo a cargo de la investigación, Ángela Bruschini. Si bien ellos saben que por ahí los errores cometidos por esta persona (Flatt) hicieron que sea algo rápido de esclarecer. Después, por la fecha, por lo que pasó, por un receso judicial, se empezó un poco a generar como una expectativa muy grande. Y para nosotros con mucha ansiedad”.
Y agregó: “La primera instancia veníamos conformes con respecto a lo judicial, porque estuvimos en un momento dado a los seis o siete meses del hecho de tener una fecha de inicio de juicio. Allí empezó a haber algunas complicaciones en el camino, o situaciones que la verdad que se nos hizo muy difícil de poder sobrellevar en este tiempo. Creo que la parte investigativa fueron con resultados rápidos, favorables, obviamente con los tiempos que eso lleva también porque fueron muchos análisis de laboratorio, de objetos y de prueba, que necesitaban ser científicamente comprobados. Después empezamos una situación como de tener una fecha de juicio que para nosotros generó una expectativa. Y el cierre de un círculo que que iba a ser importante para nosotros. Pero por parte de la defensa empezaron con algunos temas de pedir una junta de salud mental, de tratar algunos cambios en cuanto a los derechos que cree tener esta persona. Ahí fue un poco donde se vino el derrumbe de esta rueda que veníamos comentando un poco dentro de la familia sobre la conformidad. Pero después de ahí se hizo algo raro”.
Y admitió: “Primero la junta de salud mental iba a ser por Zoom, pero (Flatt) después no se presentó. Lo hacen venir de manera presencial y ahí si nos queda un poco la espina de que como familiar uno se tuvo que seguir moviendo para que salga esta resolución por parte de la junta. Este martes, después de cuatro meses, recién salió y se declaró la imputabilidad de la persona que está culpada del hecho. En el último tramo se hizo muy, muy complicado en lo personal, familiar, esta situación. Pasa también que el acompañamiento por parte de todos, es como que se va naturalizando… Y por ahí parece que uno se siente más solo aún”.
Sospecha
Nicolás fue quién tuvo la primera sospecha de que algo no estaba bien con su madre ese 20 de diciembre. Atendió los llamados que alertaron a primera hora que Liliana no estaba en su puesto de trabajo, como todos los días. La mujer de 57 años ocupaba un cargo jerárquico en el Correo Argentino de la ciudad de Santa Fe, como jefa de compras. Se preocupó, llamó a su hermano y fueron a la quinta de Sauce Viejo.
Juntos, “con una fuerza de no sé dónde”, recordó, rompieron un portón de reja. Forzaron las puertas, entraron, recorrieron toda la casa: “Mamá”. Silencio. Se encontraron de manera inusual la puerta del dormitorio principal cerrada con llave. Con patadas, empujando, la abrieron y encontraron lo peor. Nicolás sacó a la fuerza a su hermano para que no viera lo que había entre frazadas. Le dijo a su cuñada que los esperaba afuera que lo contenga y llamó al 107.
En esa comunicación, Nicolás describe que la asistente le dijo que le tome el pulso. No había nada que hacer. Se le ocurrió llamar a un amigo cercano, que cuando llegó lo acompañó a una comisaría que queda a dos cuadras. No le dieron una respuesta inmediata, le dijeron que había protocolos, que espere.
En ese lapso la hermana de Nicolás le avisó que la Gendarmería la llamó porque la camioneta que estaba a su nombre había sido hallada abandonada en la Circunvalación. Era la que usaba su madre. Agarró el teléfono y dialogó con el oficial sobre lo que estaba pasando. A los minutos llegó la policía, pero les pidió que lo investiguen al caso como femicidio porque su mamá era mujer. Al rato la Policía de Investigaciones (PDI) y la Brigada de Femicidios estaban en la quinta.
Le preguntaron si había tocado algo: “Si, todo. Rompí puertas para entrar, estuve en toda la casa, después la toqué para ver si estaba viva”, respondió. Quedó demorado como principal sospechoso.
Nicolás dice que hay partes que no recuerda, pero que varias personas le contaron que gritó sus sospechas a la policía. La relación de Liliana con la familia de Flatt, que viven enfrente, era cercana. Desde que se empezó a construir la casa realizaron trabajos. Casi a diario, hacían tareas de mantenimiento o de obras. Diez días antes de su muerte la mujer se ofreció a llevar en su vehículo a uno de los integrantes de esta familia al Samco, por una enfermedad. “Fueron estos (…), trabajan acá todos los días, ven esta cantidad de policías y ambulancias ¿y no salieron a preguntar qué pasó?”, le dijo a Bruschini en algún momento de ese día.
Con los meses se comprobó que Liliana tenía dos tipos de huellas dactilares ajenas. Unas eran las de Nicolás. Las otras son de Flatt, del que además se encontró ADN en distintos fluidos en el cuerpo, en la casa y en el auto de la víctima.
Nicolás participó en casi todas las audiencias que se realizaron en representación de su familia. A uno de los jueces le dijo: “La cadena perpetua es la pena que mínimamente se merece esta persona. Hay muchas pruebas que lo vinculan con lo que pasó. Esperamos también que la investigación siga”.
—Cuando decías que el acompañamiento se va naturalizando, ¿a que te referís? ¿A los operadores del sistema judicial? ¿Al entorno cercano, amigos, familiares?
—Al conjunto en sí, porque es un poco de todo. Creo que hasta por ahí de personas mismas que no tienen nada que ver con el hecho lo tratan como olvidado y uno internamente la verdad que es cada vez tiene más profundo el sentimiento. Cada vez se hace más difícil. Tan difícil por ahí que para nosotros como familiares que los acompañamientos terapéuticos son cada vez más grandes. De un acompañamiento psicológico ya estamos en uno psiquiátrico en algunos casos. Familiarmente se va complicando muchísimo. Nos ha cambiado a todos radicalmente la forma de vivir. Por ahí hay muchos que no lo pueden entender. En mi familia hay alguien por ejemplo que ya no sale a la calle al día de hoy. Y es de una zona hipertranquila de la ciudad. Pero no deja la casa, no se anima, no se queda sola en la casa tampoco. Y el no poder dormir en cada uno de nosotros se puede entender desde el afecto o el dolor que tenemos por la situación violenta que se vivió.
Y relató al respecto: “Después hay otras cuestiones que no son fáciles de llevar y que te cambian la forma de vida. Uno se aferra a los afectos más cercanos que tiene, a los profesionales que uno sinceramente recurre porque necesita la verdad que tratar de sobrellevar la mejor manera esto. Y en mi caso particular la situación vivida en sí, de haber presenciado bastante lo que fue encontrar a mi mamá. Eso no cambia que sea mayor o menor el dolor con respecto a los demás. De dónde sacamos el impulso de seguir, no sé. Lo que queremos es que esto se termine y se haga justicia al fin por lo que pasó. Veníamos conformes con el trabajo realizado, que por ahí escuchamos de otros casos y decimos que dentro de lo que fue este caso tengo que opinar distinto a los demás en cuanto a la investigación o a la justicia. Porque era un ritmo concreto y coherente a lo que uno pretende. Hasta lo de la junta, que se demoró un montón. Más cuando ahora recurrimos nosotros como familia a este tipo de profesionales y sabemos que a las dos sesiones te pueden dar un panorama. Que demore mas de 40 días una resolución por parte de la junta te genera dudas y mucha angustia. Ahora nos encontramos a un año pidiendo por todos los medios que entreguen el informe, con la feria judicial en breve”.
Y sentenció: “Ojalá que se pueda hacer algo este año. Para nosotros va a ser el cierre de una parte de esta historia. Aunque sabemos que no va a salir porque la evidencia es contundente, necesitamos el juicio. Nos puede dar terminar una parte del duelo y decir que se hizo justicia. Aunque merezca cuatro veces la pena máxima para nosotros. Creo que nos va a ayudar a poder continuar”.
Flatt
Hoy el único imputado por el femicidio de Liliana se encuentra alojado en un pabellón evangelista. En el informe de la Junta de Salud Mental, firmado por las médicas psiquiatras Ana Gabbi y María del Sol Gastaldi y la psicóloga Romina García, se afirma que Flatt comprende “la criminalidad de sus actos así como sus acciones” y el proceso penal que atraviesa. También destacan que no hay evidencias de síntomas que alteren de alguna manera los pensamientos o el juicio. Y descartan que existan signos de intoxicaciones agudas o de abstinencia. “A Flatt se lo encontró vigil, lúcido, orientado en tiempo y lugar”, describen las profesionales.
En las audiencias públicas previas (imputación y prisión preventiva) celebradas en Tribunales donde señalaron a Flatt como autor de los hechos, la fiscal que lleva adelante la investigación, Alejandra Del Río Ayala, describió que golpeó a Liliana “salvajemente” hasta que uno de esos impactos le provocó la muerte. Relató que la víctima tenía 13 puntadas con la que la habría hecho retroceder producidos probablemente con un cuchillo, varios golpes en la cara y uno con una barra de hierro en el cráneo. Y calificó al crimen como “femicidio sexual no íntimo”.
En la mañana del 20 de diciembre, el acusado manejó la camioneta Jeep Renegade de Sala por Sauce Viejo, Santo Tomé y Santa Fe. Quedó registrado en varias cámaras de la policía y viales. En un momento, después de manejar en zigzag y a gran velocidad, pinchó una rueda. En el intento de querer arreglarla habló con varias personas que luego ofrecieron describirlo para que se realicen identikits que Del Río Ayala mostró en una de las audiencias y tenían parecido. La prueba principal que presentó la fiscal fue la de una imagen que capturó una cámara de una estación de servicio Puma, donde el imputado se bajó del vehículo y se lo ve de frente.
Además, hay varios testigos que describieron una remera negra con un dibujo de un ave fénix y letras rojas, que fue secuestrada durante un allanamiento en la casa de Flatt. Hay dos personas que hablaron con él en el transcurso de su trayecto en camioneta que lo identificaron en ruedas de reconocimiento. Otro testigo relató que el Jeep Renegade colisionó con su auto y escapó. El hombre lo persiguió por Circunvalación, lo cerró y le exigió que le brinde datos para hacer el reclamo en el seguro. El conductor, al que reconoció luego como Flatt en el proceso de investigación, le tiró por la ventanilla la tarjeta verde del auto y se fue.
El Jeep fue hallado minutos más tarde en Circunvalación a la altura del relleno sanitario, sin conductor, después de una llamada al 911. Cuando la policía revisó el vehículo encontraron un cubrecama con sangre y la barra de hierro con sangre. También se tomó como prueba huellas dactilares, cabellos, entre otros elementos que fueron analizados en laboratorio.
En el marco de la investigación también fue imputado y detenido varios días Eric A. por encubrimiento agravado por tener en su poder el celular de Liliana Sala y borrar la información del aparato. El 19 de enero del 2022 quedó en libertad con medidas alternativas a la prisión preventiva.
Dudas
Nicolás además describió a UNO que durante el proceso de investigación no dejaron a ningún familiar volver a entrar a la quinta, después del 20 de diciembre de 2021 durante alrededor de un mes. Cuando fueron habilitados a ingresar nuevamente, con el paso de las semanas, notaron que faltaba una gran cantidad de elementos de valor. Entre ellos un iPhone que Liliana usaba de segundo celular para sacar fotos, un televisor y alhajas de oro. “Tal vez ese teléfono se podría haber rastreado en ese momento para ver dónde está”, lamentó. También notaron meses después que el colchón de su madre tenía una importante cantidad de tajos. Les queda la inquietud sobre si hubo terceros que asistieron a Flatt de alguna manera en alguno de los delitos que cometió, y desconocen si continúa la investigación en ese sentido
Fuente: UNO Santa Fe
