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Julieta Loza, la santotomesina de 17 años que brilló en el Paso del Salado

Julieta Loza, la santotomesina de 17 años que brilló en el Paso del Salado

Julieta Loza tiene 17 años, es estudiante de la Escuela República del Perú de Santo Tomé (pasó a quinto año), la ciudad que la vio nacer el 1 de septiembre de 2004. Una de sus pasiones es la historia -en 2019 llegó a la final de la Olimpíada de Historia de la República Argentina- y la otra, la música. A principios de diciembre pasado participó del 49º Festival Folklórico Paso del Salado, en cuyo marco se realizó la fase clasificatoria para el Pre Cosquín 2022 y en donde logró consagrarse mediante una actuación que emocionó a todos, especialmente en la etapa final de la misma, realizada en el Anfiteatro Martín Miguel de Güemes, en la costanera santotomesina.

Julieta no solo se adjudicó el primer premio como solista vocal, y con ello la posibilidad de concursar en la referida cita coscoína, sino que, además, obtuvo el Premio Reconocimiento del Gobierno y Ministerio de Cultura de la Provincia de Santa Fe al solista vocal o instrumental mejor clasificado. Por eso, sobre su participación en el Paso del Salado, se encargó de aclararle a este medio que a raíz del cambio reglamentario producido este año, ya no existen más las categorías Solista Vocal Masculino y Solista Vocal Femenino, puesto que varones y mujeres compiten todos juntos, como un solo “rubro”.

Además, Julieta recordó que en 2020 había ganado el Paso del Salado pero no había sido clasificatorio para el Pre Cosquín (en dicha oportunidad ganó como solista vocal femenina, categoría menor), como sí lo fue en 2021. Este año participó en dos rondas. La primera de ellas, de carácter semifinal, tuvo lugar en el Centro Cultural 12 de Septiembre. Tuvo que preparar un repertorio de seis temas, de los cuales debía elegir uno, a la vez que el jurado elegía otro dentro de los cinco que quedaban. Por elección propia cantó “Revuelo de ponchos rojos”, una zamba carpera perteneciente a Roberto Rimoldi Fraga, que habla de una parte fundacional de la historia argentina (más precisamente de la época rosista y de la Federación), mientras que el jurado le pidió un chamamé, “Taipero poriajú”. Estas dos interpretaciones, especialmente la primera, tuvieron una muy buena acogida por parte del público.

Un momento especial

Donde realmente “explotó” la relación de Julieta con la gente fue en la final, la que, como se ha dicho, se realizó en el anfiteatro santotomesino, el clásico y emblemático escenario del Paso del Salado. “Estaba repleto, lleno de gente y con un ambiente muy familiar, como es costumbre en este festival”, describió la joven cantante, que en la fase definitoria estuvo acompañada por Agustín Sánchez (guitarra) y Joana Márquez (bombo), dos músicos también santotomesinos, que integran el grupo con el que se presentan en distintas peñas y festivales.

Aún hoy, Julieta no deja de sorprenderse por los aplausos cosechados y la emotividad lograda frente al público. El punto máximo de su actuación, y a la vez la “llave” que le permitió el triunfo, fue su interpretación de “Zamba para no morir”, que es una obra emblemática del reconocido compositor Hamlet Lima Quintana, y pieza importante dentro del cancionero folclórico argentino (a lo largo del tiempo, artistas de la talla de Mercedes Sosa, Hernán Figueroa Reyes, Los Nocheros y La Bruja Salguero, entre otros, supieron cantarla).

“La letra de esta canción cuenta la historia de un hombre que se siente cerca de su muerte, pero que a la vez tiene la esperanza de seguir viviendo”, dijo Julieta, sin dejar de mencionar que “arriba del escenario no estaba nerviosa, al contrario, sentía una emoción enorme, porque sabía que era el paso previo hacia Cosquín”. Fue un momento especial, agregó, “porque me aplaudieron durante gran parte de la canción y no solo al final… esa conexión con el público fue hermosa”. “De por sí tengo una relación muy cercana con la gente”, destacó Julieta, “por haber estado en las peñas y los festivales”. “Es un privilegio para mí, porque siento que mi música está llegando al público”, acotó. Después de cantar “Zamba para no morir”, prosiguió, “una persona se me acercó a decirme que se había emocionado con lágrimas en los ojos”.

Los miembros del jurado fueron el cordobés Mario Díaz, el bonaerense Raúl Gómez y la reconocida intérprete pampeana Ángela Irene, ganadora del Pre Cosquín en la década del 70. “La devolución la hizo principalmente ella”, recordó Julieta. “Ángela me dejó muchos mensajes alentadores, me habló de la interpretación y me dio sus consejos, pero también me dijo algo muy lindo: que hacía años que no se le ponía la piel de gallina con una canción como le había pasado al escucharme cantar ‘Zamba para no morir’, un tema que ella supo interpretar”, concluyó Julieta, que siempre cuenta con el incondicional apoyo de sus padres, Ramón y Graciela.

Fuente: El Litoral

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