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Caso Sala: las “piezas” que guiaron a los investigadores hasta el acusado

Caso Sala: las “piezas” que guiaron a los investigadores hasta el acusado

Tras lograr que el único imputado por el femicidio de Liliana Sala quedara en prisión preventiva, la fiscal Alejandra Del Río Ayala se refirió a la complejidad de la investigación que permitió dar con Pablo Emanuel Flatt (18). “Es como una especie de rompecabezas con piezas muy pequeñas que logramos ir uniendo hasta armar el cuadro completo”, explicó. Ante el juez José Luis García Troiano, acababa de brindar una descripción pormenorizada del trabajo llevado a cabo por la Brigada de Femicidios, reconstruyendo así el camino de evidencias que llevó a la identificación y posterior detención del adolescente en tan sólo 10 días. Para esto, se refirió a dos escenarios por separado. Primero, la casa de la víctima ubicada sobre Magnolias y Avenida de la Bandera, en Sauce Viejo y en ella la escena del crimen: su habitación. Luego, habló sobre la Jeep Renegade que apareció abandonada cerca de Avenida Circunvalación, en Santa Fe, horas después del hecho.

Los vecinos

Todo comenzó la mañana del lunes 20, luego de que los tres hijos de Liliana se dirigieran preocupados hasta su casa al enterarse de que no había ido a trabajar, y la encontraran muerta en la habitación. Por protocolo, todas las muertes de mujeres se investigan como femicidios. En este caso, el contexto de violencia de género era evidente. La víctima fue brutalmente golpeada en la cabeza y estrangulada con un cable, estaba desnuda y había sido envuelta con una frazada. Mientras los peritos trabajaban en la escena del crimen, los investigadores comenzaron a indagar. Familiares y allegados arrojaron luz sobre la vida de Liliana: no tenía pareja, era muy responsable con su trabajo, su vida social era reducida e iba a su casa de Sauce Viejo -generalmente- los fines de semana. También entrevistaron a sus vecinos y, entre ellos, a la madre del hoy imputado, debido a que la familia vive frente a la casa de la víctima.

La mujer se refirió al vínculo que tenían. Su marido e hijos solían realizar distintas changas en la casa de Liliana, y tenían tanta confianza que incluso ella solía dejarles la llave del portón de la vivienda para que realizaran trabajos de jardinería cuando no estaba. También comentó que su vecina solía avisar cuándo estaría en la casa, ya que los días de semana acostumbraba estar en otro domicilio.

La camioneta

Con Liliana ya muerta, el agresor salió de la vivienda, cerró con llave la puerta y se fue a bordo de su camioneta Jeep Renegade blanca. Además del vehículo, lo único que se llevó fue el celular de la víctima, que hasta el momento no apareció. Su recorrido por Sauce Viejo, Santo Tomé y luego por la avenida Circunvalación, en Santa Fe, quedó registrado por múltiples cámaras de seguridad, y no pasó desapercibido para los transeúntes, a quienes les llamó la atención la alta velocidad en la que se trasladaba y las peligrosas maniobras de “zig zag”. Primero, cerca de las 5.30, una vecina de la zona lo vio estacionado frente a la casa “de los choritos”. Luego fue hasta el barrio “Las Vegas” de Santo Tomé, donde el imputado vive junto a dos hermanos, y finalmente terminó por la zona de circunvalación. Tras protagonizar un siniestro leve junto a otro automovilista, a quien le arrojó la tarjeta verde del vehículo antes de huir, terminó abandonando la camioneta.

Tres testigos lograron describir al joven, de los cuales dos ya lo reconocieron en una rueda de personas. Esto, sumado a que durante el allanamiento a su vivienda encontraron una remera igual a la descripta por quienes lo vieron aquella mañana (y que también quedó registrada por la cámara de seguridad de una estación de servicio en la que paró), fue considerado “altamente incriminante”. Cuando se dio aviso del vehículo abandonado, antes del mediodía de ese 20 de diciembre, los peritos se hicieron presentes en el lugar. En el interior encontraron un acolchado con manchas de aparente sangre, un cable y una barra de hierro que se condicen con la marca de asfixia en el cuello de Liliana y con las lesiones en su cabeza.

Un teléfono

La investigación avanzaba. De la entrevista a la vecina de Liliana, la fiscal concluyó que “este grupo familiar tenía acceso, conocía sus movimientos, sabía cuándo estaba en la casa y cuándo no”. Por esto una de las medidas que tomó fue solicitar informes respecto de los números telefónicos del matrimonio y sus hijos, que arrojaron que un total de 12 líneas activas, ya que cada uno tenía más de una a su nombre. Tras un verdadero “trabajo de hormiga” lograron dar con un número telefónico perteneciente a uno de los hermanos Flatt, que no aparecía en la lista original. Descubrieron que la madrugada del 20 de diciembre ese número se había comunicado con otro que estaba a nombre de la misma persona, y esto les dio la pauta de que era utilizado por un tercero. Para la fiscalía estaba en manos del adolescente hoy imputado.

Esa línea registró cinco llamadas salientes entre las 5.19 y las 5.23 en la mañana del crimen, intentando sin éxito contactarse con dos de los hermanos Flatt. También realizó dos llamados al padre y otro a un hermano pasado el mediodía, cuando el Jeep de la víctima ya había sido abandonado. Esto alimenta las sospechas de que el chico habría recibido ayuda, o que al menos alguien estaba al tanto del crimen.

Una remera y un cuchillo

Hay otros elementos y muestras con los que cuenta la investigación que también serán sometidos a pericias: una remera y un cuchillo con aparentes manchas de sangre secuestrados en la casa del adolescente; el acolchado, el cable y la barra de hierro que había en el interior de la camioneta; y otras muestras tomadas tanto del vehículo como de la escena del crimen. La fiscalía ya cuenta con lo necesario para comparar el ADN que pudiera encontrarse con el de Pablo Flatt, ya que tras su detención se le sacó sangre. De hecho, esperan tener para septiembre los resultados en cuanto a las muestras tomadas del cuerpo de la víctima.

Un robo misterioso

Un extraño suceso ocurrido el fin de semana de las elecciones, más de un mes antes del crimen, da fuerza a la teoría de que alguien sabía entrar a la casa de Liliana sin forzar ninguna abertura. Según detalló la fiscalía, el televisor de la habitación de la mujer desapareció. Primero pensó que uno de sus hijos se lo había llevado, pero luego ellos le aclararon que no había sido así. Días más tarde, le robaron los reflectores del patio trasero. Si bien Liliana no realizó la denuncia, esta información aportada por sus familiares alimenta la hipótesis de que la víctima no le abrió la puerta a su agresor aquella madrugada del 20 de diciembre, sino que fue sorprendida por él en su habitación. La fiscal aclaró que continúa siendo una teoría, y que con el correr de la investigación podría cambiar.

EL ADN

El informe preliminar de autopsia reveló que la víctima podría haber sido abusada sexualmente. Aunque no se puede precisar si esto sucedió cuando aún estaba con vida, sí se encontraron restos biológicos que serán peritados para intentar identificar a quién pertenecen.

Fuente: El Litoral

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