Las tradiciones nutren a lo largo de los años la identidad de las instituciones. En el caso de la escuela, éstas se convierten en pequeños rituales capaces de crear lazos entre los alumnos, los docentes y las familias; generar comunidad y lograr sentido de pertenencia. La Escuela N°15 “Juan de Garay” de Santo Tomé construyó a lo largo de sus casi 156 años de historia sus propias celebraciones. Entre ellas, hay una muy especial con la que recibe a los niños que empiezan primer grado: en el acto de inicio de clases cada uno de los nuevos integrantes de la comunidad ingresa de la mano de un alumno de 7° grado.
El gesto se comparte y se disfruta con alegría con todos los integrantes de la institución. “Desde hace años el inaugurar ciclos lectivos nos lleva a definir institucionalmente estos gestos de bienvenida, siempre con esperanza y a la luz de esa escuela que queremos y nos merecemos; donde cuidar, abrazar y sostener a nuestros niños es la premisa, especialmente a los recién llegados”, cuenta la directora de la escuela, Fabiana Ochoteco, en diálogo con AIRE.
Una aventura protegida
“Atentos a que iniciamos el cuidado en las trayectorias de cada uno de los niños que comienzan su primer grado, pensamos cada detalle de recibimiento, acordando como institución estrategias para habilitar la inclusión progresiva y el sentido de pertenencia”, explica Ochoteco. “Como dice la especialista en educación e infancias, Patricia Sarlé, queremos que habitar nuestras aulas se transforme para los chicos en una experiencia trascendente y una aventura protegida, queremos poner a su disposición el mundo para invitarlos a conocerlo, valorarlo, disfrutarlo y animarlos a transformarlo”, agrega.
Con la mirada puesta en este objetivo, la escuela comenzó a imaginar en esta bienvenida: con qué objetos, canciones y palabras se haría; en qué espacio; con qué expresiones; y con quiénes. La directora detalla: “Pensamos en un ingreso ‘a la par’, juntos de la mano, de los que ingresan a primer grado y quienes van a transitar su último año en la escuela primaria. Pensamos en esta iniciativa como una experiencia poderosa, que ofrece seguridad y contención, y que simboliza nuestras convicciones institucionales como el pensar en una escuela para todos, donde nadie quede afuera”.
El poder de las tradiciones
Los miembros de esta institución santotomesina están seguros de que los rituales escolares generan emociones porque implican a los cuerpos, las palabras y la música de manera especial. Agregan que también contribuyen a crear comunidades distintas y ponen en juego dinámicas institucionales que involucran a todos. “Fotos grupales, batucadas y espumas del último día, feliz jubileo, salidas escolares, son ejemplos de estas tradiciones que hacemos desde el hacer y el sentir de la Escuela N°15. No las vivimos como cualquier actividad que se vuelve rutina, sino como acciones que están cargadas de un sentido y que representan una experiencia colectiva”, expresa la directora.
La escuela, un lugar para todos
Ochoteco expresa que desde la institución se trabaja con la convicción de que en una sociedad con profundos problemas para reducir desigualdades la escuela sigue siendo un espacio que se define por la posibilidad y la oportunidad, que está dirigido a todos y que tiene la capacidad de abrir mundos, habilitar e incluir. “La Escuela Nº15 logró hacer efectivos los sueños de generaciones de santotomesinos y sigue siendo un espacio cotidiano de encuentro cuidado”, se enorgullece.
“Sin embargo -finaliza- esa confianza necesita ser renovada, recuperando lo mejor de nuestras herencias y despidiéndonos de aquellas que no nos ayuden a construir una escuela para todos. Que haya un lugar para cada uno de los chicos y jóvenes de nuestro país, más allá de los desafíos que la escuela debe superar, hará la diferencia en el futuro de todos. De nosotros depende”.
Fuente: Aire de Santa Fe