Las docentes de la Escuela Presidente Perón de Sauce Viejo están preocupadas y muy angustiadas porque les informaron que a partir de noviembre deberán realizar el censo escolar anual por el barrio, que es importante para determinar si falta incorporar a algún chico a la escuela o al jardín. Como política educativa, el censo es una buena idea, pero el problema es que se va a realizar en un barrio atravesado por la violencia.

Es importante recordar que las docentes terminaron el ciclo lectivo 2018 sentadas “de chinito” en el piso de las aulas, tomando mate cuando ya no estaban los chicos, porque tenían miedo de que alguno de los balazos que escuchaban en el barrio terminara dentro del aula, y ante ese riesgo preferían sentarse a la menor altura posible.

En ese momento, las maestras implementaron una modalidad itinerante dentro del establecimiento educativo. Se iban mudando de aula según el lugar desde donde provenían los disparos. Para terminar la jornada, aparecían las bromas pesadas entre docentes “salimos vivas”; como si hubiesen jugado a la ruleta rusa.

El ciclo lectivo 2019 comenzó de la misma manera, con docentes y alumnos asediados por un barrio violento y con pocas respuestas ante la demanda de los trabajadores de un espacio lejos del peligro.

Los docentes llegaron a encontrar a alumnos de séptimo grado con “tumberas” (armas de fabricación casera) en las mochilas. La respuesta del Estado fue “que los chicos desarmen las tumberas y las vuelvan a guardar entre sus pertenencias”.

A principios de mayo, un tiroteo entre familias rivales frente a la Escuela Presidente Perón fue cubierto por Aire de Santa Fe y expuso el riesgo que corre la comunidad educativa del colegio del barrio Villa Adelina en Sauce Viejo.

El 21 de mayo, el Ministerio de Educación colocó vinilo antivandalismo en todas las aberturas, con recursos del Fondo de Asistencia de Necesidad Inmediatas. Y las madres que llevaron a sus niños a la escuela advirtieron que estaban “enchapando” el cerco perimetral. Lejos de ser una medida de seguridad, debido a que cualquier disparo atraviesa una chapa, desde la institución argumentaron que se trató de una medida tendiente a evitar que los niños sean testigos oculares de los enfrentamientos entre bandas.

A meses de que termine el ciclo lectivo 2019 y con la violencia aún presente, las educadoras tomaron conocimiento de que en noviembre deberán salir a realizar el censo escolar por el barrio.

Es un trabajo que las docentes hacen en todo el país, pero que en este caso las preocupa y las angustia. Están obligadas a hacerlo pero saben que salir a caminar la calle las va a exponer a la violencia y sin ningún lugar para refugiarse.

Fuente: Aire de Santa Fe