Hernán Tomás Cardozo tenía 27 años cuando fue asesinado a palazos en Cibils y Corrientes del barrio Iriondo de Santo Tomé. “Lo dejaron morir en el piso”, dijo Mauro Gentile, tío del joven fallecido y quien se hizo cargo del joven y de su hermano luego de que quedaran huérfanos de padre y madre. Gentile ratificó en su relato la versión de que Hernán fue brutalmente atacado por un grupo de jóvenes, a la salida de una fiesta que se realizaba en una casa particular de 4 de Enero al 1100. “Yo cuido de ellos porque son huérfanos. Primero murió el padre y el año pasado la madre de Hernán. Esta era la segunda vez que él salía en mucho tiempo”, dijo el entrevistado por AIRE.
Todo comenzó cuando Hernán, junto a su grupo de amigos, fueron a una fiesta el sábado último en la Vecinal Libertad. Allí se encontraron con que el evento se había trasladado a una casa ubicada en 4 de enero el 1100 donde, según Gentile, vive una mujer que organiza fiestas frecuentemente. No pagaron entrada, estuvieron un tiempo prolongado y a las 4 de la mañana del domingo decidieron irse. Según Mauro, testigos le dijeron que “Las pastillas tipo el Clonazepan, se vendían como cerveza”. Cuando Hernán se retiró junto a sus amigos, varias personas que también estaban en el evento los siguieron y comenzaron a pelear.
“Ellos aguantaron hasta que sus rivales sacaron armas de fuego, los chicos se dispersaron y corrieron para el oeste. Hernán quedó varado en el barro, porque están haciendo obras en la zona, y ahí lo alcanzaron. Lo arrastraron a puñetes y patadas una cuadra, le metieron la cabeza en una reja y lo dejaron colgado. Después uno de ellos le pegó dos palazos en la cabeza que lo dejaron malherido. Según Mauro, fue uno de los vecinos quien ayudó a quitarle la cabeza de Hernán entre las rejas. Para ese momento, Mauro ya estaba en el lugar. El joven aún tenía signos vitales pero la ambulancia no llegaba, tardó una hora y media. Un vecino se acercó con una sábana para que la policía suba a la víctima envuelta en sangre al patrullero, pero los efectivos -según el entrevistado- se negaron a hacerlo.
“No quisieron cargarlo en el patrullero, él hablaba y se movía cuando llegó la policía. El auto de la Comisaría N° 15 llegó a las 8, yo estaba desesperado, le dije de todo a los policías y ellos me maltrataron. Yo quería que alguien lo lleve …ni un auto pasaba por la calle. Me sacaron a empujones porque me decían que había que preservar la escena del crimen”, relató Mauro. Al joven asesinado le robaron la campera, las zapatillas que llevaba puestas y el celular. Según Mauro, las personas que lo atacaron son del barrio y el que le dio los palazos mortales, está identificado. “Yo soy como el papá, el que está más cerca de ellos” concluyó Mauro, que no sale de su asombro frente al salvaje ataque que terminó con la vida de su sobrino.
Fuente: Aire de Santa Fe