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Gisela Acuña y sus primeros días como parte del staff del seleccionado nacional

Gisela Acuña y sus primeros días como parte del staff del seleccionado nacional

Comenzó a jugar a los 16 años, allá por el lejano 1996. Cha Roga fue su Club siempre. Recién en 1997 pudieron empezar a enfrentar a otros equipos. La competencia y, sobre todo, la continuidad, llevaron a que Gisela Acuña se a la primera santafesina convocada a un seleccionado nacional. Y ese mote de “primera”, es algo que ahora también hizo ruido al ser la precursora en ser elegida para formar parte de un staff técnico. Concretamente, del seleccionado femenino que comanda el cordobés Tomás Bongiorno. Acuña recibió a El Litoral en su casa, en Santo Tomé, ciudad “cangreja” si las hay.

– ¿Cómo fue el proceso hasta que te confirmaron para ser parte del staff del seleccionado femenino?

– Antes de los JJOO me llamó Santiago Gómez Cora preguntándome si estaba interesada, disponible. Hablamos bastante en esa primera conversación. Tras ese primer contacto, un mes atrás aproximadamente, me volvió a llamar para confirmarme que estaba todo bien para poder arrancar y sumarme al staff. Ahí comenzó una especie de torbellino. También hablé con Diego Manson de UAR, con quien tengo mucha confianza y estamos trabajando en otro proyecto. Y me llamó para oficializar también Pancho Rubio.

Acuña reconoció que a algunos de esos teléfonos no los tenía agendados, y estaba por no atenderlos por miedo a que sea un spam. Santiago Gómez Cora es el Head Coach del seleccionado masculino que recientemente ganó la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Japón. “Cuando comienza su proceso de entrenador, yo estaba en mis últimos años de seleccionado. Una vez lo tuve como entrenador, allá por el año 2013, solo tuve esa relación previa a este contacto, la de entrenador-jugadora”. “Te están observando todo el tiempo. De hecho me dijo: te estuve siguiendo, participas de las distintas capacitaciones, estás trabajando en diferentes staff, te fuiste preparando y creo que esta es tu oportunidad”, reconoció.

– ¿ A quién le contaste primero?

– A mi mamá. Fui hasta la casa, porque vive cerca de la mía. Llamé por teléfono a mi hermana Jimena. Cenamos esa noche las tres juntas, una especie de festejo a puertas cerradas. Después a mis amigas y a mi equipo (Cha Roga), tras de una práctica nos quedamos a cenar y les conté la noticia.

– ¿Caíste ya?

– Todavía no mucho. A todos les iba contando súper emocionada. Se vienen 20/25 años de golpe, caen todas las imágenes: viví la parte de la historia de la mujer en el rugby casi desde sus inicios. Es decir, desde no dejarnos entrar a las instituciones a hoy poder ser parte de esto. Aunque parezca mentira, esas cosas eran normales. Nosotros queríamos cambiar eso. O sea, solo queríamos jugar al rugby, más allá de cómo, dónde y con quién. Queríamos jugar al rugby y no nos lo permitían.

– ¿Cuándo se te dio por la parte de entrenadora?

– A principios de 2000 empecé a entrenar en la Escuelita de Cha Roga. “Chirola” Garmendia y “Fede” Cánepa, fueron los que me invitaron a participar. De entrada nomás me encantó poder tener ese contacto con los chicos. Por aquel entonces estudiando mucho. Y ahí seguí, hasta que en 2006 o 2007, quería seguir avanzando con la división que había arrancado, y no pude. Porque era mujer, “¿Cómo vas a entrenar a chicos de 13 o 14 años?”, me dijeron palabras más, palabras menos. Pensé “hasta acá llegamos”. Me frustré mucho y dejé un tiempo. Me dediqué a entrenarme por mi cuenta porque desde 2005 habían empezado a llegar convocatorias nacionales. Entonces me iba a Paraná a practicar dos veces a la semana, y además con el club. Pero dejé de ser entrenadora.

– ¿Y cuándo volviste?

– Varios años después, con otra coordinación de infantiles, me invitan a participar en la M14. En 2014, que la denominamos la ‘Súper 2000’. Era una división que estaba muy floijita: teníamos solo 6 o 7 chicos, pero terminamos con unos 25 jugadores, muy bien y me encantó trabajar en esa división. Hoy los veo en el Plantel Superior y se me pianta un lagrimón. Además eran nuevos desafíos como entrenadora: equipo completo, pack entero, tienen que trasladarse mejor, qué hacemos con la segunda línea, con la tercera, dónde ponemos los backs, movimientos nuevos, etc.

En la USR

– ¿Cómo empieza tu participación en los staff de los seleccionados de la Unión Santafesina)

– Guille Aguilera, cuando se convierte en Director del Centro de Rugby, me invita a formar parte. Empecé a conocer los jugadores y ver cómo funcionaba todo. En un momento estaban los juegos de la Región Centro, para chicos de 15 y 16 años. Fuimos con Nacho Irigoyen con quien armamos un equipo de seven masculino que terminó primero. Después “Pica” Fernández, en el equipo de seven para mayores, me invitó a formar parte como analista de video. Algo que no era mucho lo mío (recuerda con gracia), pero yo quería estar. Entendiendo también que no hay una escuela para entrenadores, entonces planteándome, ¿Dónde puedo ser mejor? Con los mejores. Y cuando veía una oportunidad de aprender, la aprovechaba. También trabajé con el “Gringo” Colli, a quien yo lo llamé, con un miedo (se ríe). Y le dije que si necesitaba ayuda, desde alcanzar un los conos hasta llevar los chicos a entrenar. Enseguida me dijo que sí, que vaya al otro día a la práctica en CRAI.

En definitiva, tuve la oportunidad de golpear puertas y por suerte muchas se abrieron. A todos debo agradecerles: Pica, el Gringo, Pedro Benet, Pablo Pfirter, Luciano Bordón, el Toto Moreyra, Diego Acosta, Marcelo del Pozo, Martín Valentinuzzi, todos súper receptivos, y no es que veían que sos una mujer, no sos un entrenador más, eso lo aprecio mucho, soy una agradecida de haber estado con los mejores y haber aprendido de ellos. Desde aquella vez que me dieron la espalda y me aleje de la parte de ser entrenadora, todo fue en alza.

El rugby femenino

– ¿Cómo está Cha Roga?

– Hoy es uno de los más fuertes a nivel cantidad y juego. En el Plantel Superior tenemos 4 jugadoras que vienen con varios años de juveniles. O sea, estamos teniendo el recambio lógico de cualquier plantel. De jugadoras con 15/20 años de rugby encima. Pero está bueno que vayan apareciendo nuevos líderes dentro y fuera del campo de juego, que es algo que estamos siguiendo, gente que se incorpora, las juveniles que cada vez son más, los padres que acompañan. O sea, no estamos solas sino que hay todo un contexto que nos va ayudando.

– ¿Y a nivel región?

– Nos afectó mucho la pandemia. Inicialmente no se nos ocurría que hacer. Teníamos que empezar de cero. Con dos equipos (Cha Roga y Alma Jrs.), desde ahí empecemos a reconstruir. De esa manera aparecen en Calchaquí jugadoras, en Sunchales, Ceres, Unión de Santa Fe que se consolida, Coronda que tiene 19 chicas, San Carlos, Gálvez que se consolida… Es decir hoy tenemos 9 clubes en la USR, con mujeres dentro de la estructura, y con proyección de tener su equipo femenino.

– ¿Es muy difícil llegar a los clubes tradicionales con el rugby femenino?

– Si quieren sumarse, bienvenidos, pero no se lo vamos a imponer. Colaboremos y trabajemos con aquellos que quieren tener rugby femenino, apoyemos, consolidemos eso y démosle todas las herramientas que podamos porque realmente quieren tener una división más. Los que por ahora no, ya se va a dar, es una cuestión de tiempo. Cuando fui OPD (Oficiales Provinciales de Desarrollo) estuve mucho con rugby infantil y ahí sí machacaba con que teníamos que tener más niñas jugando. Hoy se ve alguna que otra nena dando vuelta, y hay que invitarlas. Y si se engancha, y sigue jugando, a los 14 años algo como club van a tener que hacer.

La Primera concentración

Días atrás en Alta Gracia, Córdoba, Acuña tuvo su primera concentración en “modo entrenadora”. “Llegué con Déborah Fretes Hernández. Con la mayoría de las chicas jugué. Ya sea en el mismo equipo, seleccionado o enfrentándonos. Fue una concentración de tres días y medio, y todo a full. Estuve mucho más con el staff, para ver cómo trabajaban, qué esperaban de mí.

– ¿Cuál es el foco ahora?

– Puntualmente estamos trabajando para el Sudamericano que es en noviembre en Uruguay, el famoso torneo “Valentín Martínez”. Esa competencia tiene dos plazas al mundial de seven de 2022. Apuntando a que podemos, que si bien pueden faltar cosas, podemos llegar y de esa manera exigir cada vez más a medida que vayamos logrando objetivos.

– ¿Cómo viste a las chicas cuando jugaron el repechaje olímpico?

– Llegaron casi sin competencia interna. Se juntaron 20 días antes porque había que hacer burbujas, testeos, sin contacto con nadie… Es decir, somos jugadoras que, si bien somos la elite de argentina, el profesionalismo viene de a poco. Pero por suerte este año, con esta última en Córdoba, ya tuvimos tres concentraciones, hay torneos regionales y locales de clubes en marcha, se viene el nacional de clubes en octubre. Es decir, ya tenemos más competencia, más ruedo y eso se traduce en estar mejor preparadas.

– Por último: ¿Sentís presión extra por ser la primera mujer en estar conformando un staff de un seleccionado nacional?

– Me gusta mucho trabajar con presión. Igualmente, por mucho tiempo renegué con esto de ser la primera en tal o cual cosa. O sea, no era que yo quería ser la primera, quería que las cosas pasen. Hasta que hablando con un amigo, me ayudó a pensar en que era mi esencia, el ir por más, y era lo que me tocaba. O sea, estaba renegando con algo que me gusta. Y me puse a pensar que me gusta estar ahí. Y si me toca ser la primera, es parte de la historia de la mujer en el rugby que me toca vivir, y que volvería a elegirlo . Estoy construyendo los cimientos, con la responsabilidad y disciplina que me dio el rugby, y quiero que sea lo mejor posible. Y quiero que, así como nos cerraban las puertas a nosotras o no nos permitían jugar, que las próximas generaciones solo tengan como preocupación preparar el bolso para ir a entrenar. No hacer todo lo que hicimos: ser jugadoras, entrenadoras, PF, mánagers, alcanza pelotas, aguateras, dirigentes, armamos los fixtures, los torneos, los viajes. Y todas esas, son las imágenes que te decía que me vienen a la cabeza cuando veo donde estoy ahora, que es donde quiero estar y en lo que me estoy convirtiendo.

Fuente: El Litoral

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